viernes, 9 de marzo de 2012

Armenia y Gurruchaga

Tengo doce años, estoy en la escalera de mi colegio mirando las aulas, en el balcón están apoyados los chicos de cuarto y quinto, miro al que me gusta, el no me mira, ni sabe que existo, o quizás si me mira y no sabe como hablarme o quizás no quiere hablarme. Yo lo miro e imagino nuestras tardes tomando helado y cantando sobre el tejado, caminando de la mano inventándonos un bronceado. Yo lo miro y el entra al aula con su novia. Tengo doce años y miro. Tengo doce años e imagino. Tengo doce años y sufro.
Tengo el doble de años y estoy en la escalera de mi casa mirando a la calle, espero a mi vecino, con quien tomaremos un helado y yo luzco vestido de jean celeste claro. Mi vecino es el chico que me gusta y con el que canto en el tejado, el me mira pero no sabe como hablarme, sabe que existo pero no sabe quien soy.
Entro al aula y la profe soy yo vestida como cuando tengo cincuenta y cuatro años, tengo que dar oral y las palabras no me salen, todos en clase hablan pero solo escucho mi corazón. Lo escucho cantar gritar patalear susurrar y llorar, es un capo, hace todo eso a la vez. No consigo hablar, dejo que todos me miren, maestra con mi cara y alumnos sin DNI. Yo les devuelvo la mirada, respiro y dialogo con mi corazón que me dice todas las palabras del mundo desordenadas.
Voy a empezar a pasar mas seguido al frente.

j.

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